domingo, 31 de julho de 2016

VICENTE HUIDOBRO, un hombre, un poeta desmesurado








APORTACIONES DE ÚLTIMOS POEMAS
EN LA OBRA DE VICENTE HUIDOBRO



Belén García Llamas
Instituto Cervantes de Río de Janeiro


En un encuentro de estudiosos y de lectores de la obra de Pablo Neruda sería injusta la ausencia de la personalidad y la poesía del gran creador de imágenes, el chileno Vicente Huidobro, (Santiago, 1893 – Cartagena, 1948). Durante mucho tiempo, la larga sombra de sus compatriotas premiados con el Nóbel (Gabriela Mistral, el propio Neruda) ocultaron su aportación a la poesía universal. Desde los años 60 del siglo pasado, estudiosos, críticos y ensayistas dedicaron sus esfuerzos a redescubrir y reconocer su obra y su teoría poética.
Hoy Vicente Huidobro es indiscutiblemente un poeta admirado por otros poetas – Octavio Paz, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn…- que reconocen su legado, y por un público selecto que se acerca a su obra sin prejuicios. Sin embargo, aún es un personaje casi desconocido para el lector común que, en la mayoría de los casos, lo asocia a su leyenda negra1 de “poeta francés aburguesado y aristócrata”, o de “enemigo” de Neruda. Estas descalificaciones simplistas desconocen que Vicente Huidobro ingresa en el Partido mucho antes que otros escritores después conocidos por su compromiso político (como el propio Neruda) y que lo abandona cuando no consigue justificar el pacto germano-soviético en la II Guerra Mundial, revisión de ideas muy coherente a su talante de intelectual y de artista independiente.
En la trayectoria de desilusión que se produce a mediados de los años treinta y culmina con su salida del Partido en 1947 hay etapas críticas. En realidad, Huidobro esconde ya en un temprano 1938 dudas serias sobre el autoritarismo del Partido que le obligan a un equilibrio en el alambre en el que se obstina en permanecer. Al principio, esas inquietudes sólo se reflejan en sus comentarios y cartas para íntimos pero después será un clamor que necesita explicarse al mundo.
La desilusión en 1941 lo domina: “la política es el arte de mentir, camuflar, falsificar, ensuciar la vida y vender conciencias”2. Dos pues son las experiencias biográficas y artísticas fundamentales que determinan el cambio de rumbo en la poesía huidobriana de los años cuarenta: su crisis ideológica, cuyo resultado es su salida del Partido Comunista, y la adopción de una esperanza de vida a través de una reinterpretación de la Naturaleza y de la Poesía. O formulándolo de otra manera, una reafirmada independencia política y un sereno acercamiento a temas existenciales –dolor, guerra, destrucción y muerte en un paisaje de guerra y posguerra- reconducen la mirada de Huidobro hacia un mundo que se vuelve más reconocible, más objetivo desde una profunda ansia de subjetividad existencial. “El paso del retorno” y “Monumento al Mar” ejemplifican bien esta nueva andadura huidobriana.

         El poeta surge investido de poderes telúricos, comprende el dolor del hombre y lo redime:
“Se acerca el día en que el poeta deberá actuar revolucionariamente sobre la vida. En estos momentos en que se trata de cambiar el mundo, porque es evidente que de esta caldera hirviendo de Europa deberá salir un mundo nuevo, el poeta tendrá un rol magnífico, tendrá por primera vez un verdadero, un magnífico rol: crear una vida de belleza para el hombre, una ancha vida gruesa, llena de espíritu, de luz, de inteligencia. La comprensión de todo, la posesión amorosa de todo, o sea, la poesía en todo, por dentro, y no simplemente exterior o de superficie.”3

En este trabajo presentamos un análisis de “El paso del retorno” y “Monumento al Mar” de Últimos Poemas, libro póstumo de Vicente Huidobro en el que se recogen versos inéditos y textos dispersos. Tal vez por la dificultad que entraña su constitución heteróclita, la crítica se ha concentrado preferentemente en su obra anterior. En Últimos Poemas no encontraremos los juegos vanguardistas, los alardes técnicos del lenguaje del Creacionismo, sino una poesía prendida de emoción y de realidad, bañada por la angustia de dos guerras: la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial.
Un libro de poesía, El ciudadano del olvido, de 1941, refleja ya sus nuevas preocupaciones íntimas, que definitivamente se despliegan, en cierto modo vallejianamente, desde su angustia interior hacia el otro, despojándose de sí y redimiéndose por el hombre universal.

                       Hablas te exhibes te rompes la carne
Y permites la entrada a los ojos intrusos (…)
(…) Conquistas horizontes y los repartes
Haces luz en la sombra y la entregas (…)
“Sino y signo”
El ciudadano del Olvido

En Vicente Huidobro la desilusión hacia una organización política determinada no conduce al escepticismo. Más bien al contrario, este proceso vivido permite al poeta replantearse un nuevo papel para la poesía y una forma diferente de enfrentarse y entender el mundo. Como sucedía en Altazor, la angustia existencial se transforma en un viaje que conduce a un mundo nuevo de creencias y compromisos. La poesía vieja muere al nacer la Nueva Poesía, levantada a la medida del Hombre Nuevo. La guerra, que lleva consigo la destrucción de las estructuras sociales tradicionales, deja paso a una innovadora concepción del hombre y su destino. De la muerte de todo surge el nacimiento de todo. Como defensor de causas del pensamiento modernista considera que la poesía es origen, motor y expresión del cambio. El Poeta debe erigirse en testigo de su tiempo y su Poesía aparece como modo de conocimiento. Su nueva producción poética se nos aparece más clara y esperanzada que nunca, después de superar el destino del “yo” individual anterior a las guerras.
Altazor. De ahí su importancia formal e ideológica:

“El paso del retorno” abre su libro póstumo y sirve como manifiesto de la nueva poética huidobriana. Es inicio y conclusión de todo el proceso que se extiende a lo largo del libro, paralelo formal al

“Prefacio” de

Atrás quedaron lo negros nubarrones
Los años de tinieblas en el antro olvidado

El poeta admite la anécdota, lo circunstancial dentro del poema. La realidad concreta y sus asuntos: la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial transforma su obra en poesía testimonial. Del vacío existencial parte el “yo” aéreo para instalarse en el mundo; ya no hay aquel viaje en vertical, de las alturas en caída vertiginosa de Altazor. El “yo” poético mantiene una situación preferente de visión desde el espacio pero más por su experiencia en la región de la muerte (la guerra) que por desplazarse aéreamente. El viaje es lo que ocurre en el mundo; el dolor del mundo ha marcado una nueva identidad y en ese mundo está su destino:

Guiado por mi estrella
Con el pecho vacío
Y los ojos clavados en la altura
Salí hacia mi destino
(…)
El viento me hizo viento
La sombra me hizo sombra
El horizonte me hizo horizonte preparado a todo
La tarde me hizo tarde
Y el alba me hizo alba para cantar de nuevo



Algunos versos se sitúan directamente en medio de la guerra. En “El paso del retorno” Huidobro describe su bajada personal a los infiernos que supone esta experiencia en una secuencia que nos recuerda a la caída a través de todos los espacios y todas las edades / a través de todas las almas de todos los anhelos y / todos los naufragios 4 del Canto I de Altazor. Son imágenes testimoniales de su experiencia como soldado aliado. Los vivos se confunden con los muertos, al final, sobrevivir a la guerra es en cierto modo estar muerto:

Oh mis fantasmas! Oh mis queridos espectros
La noche ha dejado noche en mis cabellos.
¿En dónde estuve? ¿Por dónde he andado?
¿Pero era ausencia aquélla o era mayor presencia?
(…)

El poeta es un ser entre dos mundos, un hombre que busca refugio:

(…)
Allí se acerca el buen amigo
El hombre de las distancias
Que viene fatigado de tanta muerte al hombro
De tanta vida en el pecho
Y busca donde pasar la noche

El poeta / hombre no es la víctima, el perdedor cuyo destino sólo puede ser la muerte, como en Altazor, sino el que ha regresado de la región de los muertos. Ha vencido a la muerte porque la vida siempre vence. Y vence en todas las cosas que nacen, o que están. Porque nacen y aman al hombre:

            Cuando las piedras oyen mi paso
Sienten una ternura que las ensancha el alma

La Poesía es la creencia máxima, ideal, motor de la vida e ideal de perfección y belleza, único escudo:
He vivido una vida que no puede vivirse
Pero tú, Poesía, no me has abandonado un solo instante

El encuentro con el Hombre y su dolor ha transformado al joven creacionista en un poeta-ángel que se liberó de las vanidades del mundo, un cordero dispuesto al sacrificio, un Mesías capaz de dar un paso a otra comprensión del mundo:

Traigo un amor muy parecido al universo
La Poesía me despejó el camino
Ya no hay banalidades en mi vida
¿Quién guió mis pasos de modo tan certero?
(…)
Vengad en mí vuestras angustias
Vengad en mí vuestros fracasos
Yo soy invulnerable
He tomado mi sitio en el cielo como el silencio.

El diálogo “yo” “tú” de Altazor (un diálogo simulado porque en realidad habla consigo mismo) se ha transformado en otro diálogo. El “tú” se ha hecho extensivo a un “vosotros” generalizador, a veces “amigos” y otras “hermanos”. En El ciudadano del olvido, Huidobro ofrece su Poesía al otro cuando se la ofrece a sí (definiéndola a partir de sus propios órganos: manos, pies, cabellos…). Últimos Poemas intensifica la tragedia de la desubicación personal pero no como identidad desconocida sino como “yo” que quiere encontrar su propio espacio dentro del mundo. En esa otra dimensión de la realidad, el diálogo entre el “yo” del poeta y el mundo se transforma en una conciencia que se redime y se recobra para siempre a través del “vosotros”:

Es tanto lo que he ganado como lo que he perdido
-Así es el viaje al fin del mundo-
Y ésta es la corona de sangre de la gran experiencia.
La corona regalo de mi estrella
¿En dónde estuve en dónde estoy?
(…)
Vuestro tiempo y vuestro espacio
No son ni mi espacio ni mi tiempo
¿Quién es el extranjero? ¿Reconocéis su andar?
(…)
Este es aquel que llegó al final del último camino
Y que vuelve quizás con otro paso

La tragedia de la comunicación ya era palpable en Altazor. En “El paso del retorno” el conflicto está cerca de solucionarse pero aún antes de conseguirlo martiriza profundamente al poeta, que se angustia porque no sabe traspasar su experiencia, su nuevo cosmos, a los otros:

            ¿Cómo podemos entendernos?
Heme aquí de regreso de donde no se vuelve
(…)
Oh mis buenos amigos
Vosotros sabéis lo que yo era
Pero nadie sabe lo que soy
(…)
¿En dónde estuve? ¿Por dónde he andado?

La Naturaleza y la Poesía son la respuesta, lo vivo entre tanta muerte. Las puertas van a abrirse, el código que explica el mundo va a descifrarse.

                       Este es aquel que durmió muchas veces
          Allí donde se confunde la muerte con el canto del mar
          Ahora vengo a saber que fui a buscar las llaves
          He aquí las llaves
             (…)
          He aquí los signos.
          (…)
          Andaba por la Historia del brazo con la muerte

La esperanza final se cifra en la promesa de espacios líricos nuevos para todos los hombres. El silencio es la voz:

            (…)
Oh hermano, nada voy a decirte
Cuando hayas tocado lo que nadie puede tocar
Más que el árbol te gustará callar.

El poeta cósmico que sigue siendo ha bajado a la tierra y, fácilmente reconocible, participa en el mismo centro de la vida que emerge. Prescindiendo de una creencia ideológica concreta, defiende una libertad individual íntima y creadora a través de la cual puede ser solidario con el Hombre. Esta visión integradora de lo individual y de los derechos colectivos es profundamente moderna.

(…) Esta trágica equivocación histórica, que significa la lucha de nacionalidades por imponer imperios y derechos nacionales, se transformará en la lucha del hombre por imponer los derechos humanos. Sólo entonces se hará la luz, se desvanecerá el caos y la confusión5.

“Monumento al Mar” es uno de los poemas más celebrados de toda su obra. En él hay un abrazo de su universo de estrellas y constelaciones lejanas con el corazón palpitante del hombre y sus temores más íntimos. Nunca se ha visto a un Huidobro tan simbolista, tan decimonónico, desde esa plataforma de imaginación nueva despojada de vanguardia más o menos superflua. Hay un Huidobro creacionista de la etapa de juventud y un Huidobro maduro que se instala en la tradición sin renunciar a su estilo.
La superación de la muerte se consigue por la insistencia de todo a vivir. La relación hombre / Naturaleza es vital en la obra de Huidobro desde El ciudadano del olvido, y en Últimos Poemas este proceso se hace más consciente y profundo. En Huidobro hay una vuelta al panteísmo que significa este retorno a la vida convertido el hombre en un organismo más de la Naturaleza. Las influencias de Emerson y del valor de la Naturaleza, de los filósofos y poetas del XIX están más presentes que nunca en el poeta chileno.

Huidobro pasa por haber liquidado al modernismo, y es, como los modernistas, un simbolista tardío, con la diferencia de que escapó a la influencia de Verlaine o de los simbolistas menores y al retoricismo de la Bella Época, para remontarse, en lugar de ello, a las fuentes, y rondar en torno a Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé.
Muchos de los tópicos baudelerianos pasan al creacionismo y, esencialmente, el de la sed insaciada que Baudelaire cristalizara así, poéticamente: “Plonger dans l’inconnu pour trouver du noveau”.6

En este poema dos símbolos románticos son el eje de su interpretación. El papel del Poeta y el papel del Mar. El Poeta como demiurgo, como conocedor de secretos mágicos, como descifrador de los misterios existenciales que angustian al hombre, es una creación de la imaginería romántica y es capital para entender toda la obra de Huidobro. El Poeta descifra la Naturaleza. Ésta, presentada casi como una divinidad pagana, es la prueba irrefutable de la victoria de la vida sobre la muerte; del triunfo de la belleza y de la existencia sobre la negación que es la guerra y al final del túnel la nada. Aquí es donde encontramos la función redentora de la Poesía de Huidobro: la Poesía anuncia una nueva etapa más espiritual, amorosa, en el porvenir de la Humanidad.
Huidobro decía que la poesía no debía imitar los aspectos externos de las cosas, de la Naturaleza, y sí captar aquello que es su esencia, su interior. En la primera estrofa de “Monumento al Mar” se expone el papel del poeta como intérprete del alma interior de la Naturaleza, que invoca la “paz” en contraste con el mundo de “guerra” circundante, en el exterior y en el interior del poeta, en un juego que renueva una antigua oración:

                        Paz para la constelación cantante de las aguas
            Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí.
(…)
He aquí el molde lleno de gracia

Las metáforas para designar las olas del mar son variadas y brillantes: constelación cantante (como estrellas sonoras); trizaduras del destino ( cuando es un mar violento, vengativo); el gemir de los violines (en un presentimiento de la propia muerte); gladiadores se baten entre sí (es un lecho del dolor).
El Mar es una identidad diversa. Puede ser infantil en las primeras horas del día:

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño
El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas
Manos temblorosas
(…)

Puede ser violento, alegre, cruel y una trampa a la espera del hombre:

Cuando tu cólera hace estallar meridianos
O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta
O bien cuando maldices a los hombres
O te haces el dormido
Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa

Pero es principalmente la llamada a otra dimensión que es la Muerte:

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo
Porque un día nadie se paseará por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

Las imágenes continúan manteniendo una despreocupación por lo verosímil aunque las relaciones con lo real son más fuertes. El mar en contrapunto con la ciudad, que guarda en su interior alegrías (barcas, peces).El horizonte marino es el cielo, y así los peces son animales aéreos traspasados por la luz:

            El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades
Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres
Esas barcas que pescan a la orilla del cielo
Esos peces que escuchan cada rayo de luz.

El tono rehuye el juego sin más de la vanguardia. En este poema no hay requiebros para encantar al lector, son versos sinceros, sustantivos, intimistas. Las imágenes pertenecen a la tradición poética pero son al mismo tiempo fuertemente la voz del poeta. Huidobro reflexiona sobre los misterios existenciales y ve en el mar el espejo de la muerte y de la vida en un ciclo que no termina. El Mar es un gran ataúd que presiente la muerte, la propia muerte del poeta, y que está lleno de vida.

Este es el mar
El mar con sus olas propias
Con sus propios sentidos
El mar tratando de romper sus cadenas
Queriendo imitar la eternidad



Es un mar de referencias aéreas, en imágenes más o menos comprensibles. El cielo nocturno en las aguas se llenan de estrellas-peces, así como la neblina de los pájaros:

Queriendo ser el pulmón o neblina de pájaros en pena
               O el jardín de los astros que pesan en el cielo
               (…)
               También nosotros te escuchamos
               Rumiando tantos astros atrapados en tus redes

El poeta adivina la fugacidad de la vida y pregunta:

Y al otro lado qué hay al otro lado
Qué escondes mar al otro lado
                        El comienzo de la vida largo como una serpiente
                        O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo

No hay respuestas:
Qué hay al otro lado
La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo
O el torbellino eterno de los pétalos tronchados
(…)
                        Levántate y saluda el amor de los hombres

El poeta maldice al Mar a que comparta la muerte y el dolor del hombre:
(…)
Que oiga rechinar tus dientes en la noche
Y te revuelques en tu lecho
           Que el insomnio no te deje calmarr tus sufrimientos
           Que los niños te apedreen en las ventanas
Que te arranquen el pelo
Tose, tose, revienta en sangre tus pulmones
Que tus resortes se enmohezcan
Y te veas pisoteado como césped de tumba

La única salvación para el hombre es formar parte del ciclo de la naturaleza. El Poeta plantea un pacto, que el hombre y la Naturaleza sean uno y el otro, fugaces y eternos:
(…)
Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar
Olvida los presagios funestos
(…)
Yo te tiendo las manos como flores
                        Hagamos un pacto te digo
                       (…)
                       Y que sea la paz entre nosotros

Al final la eternidad del mar es un tiempo marcado en el destino del hombre. Poesía totalizadora, que se integra en la Historia del Hombre y su planeta:

(…)
De una ola a la otra hay un tiempo de la vida
                       De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte.

En fin, el verso largo, más barroco, camina abriéndose paso. El ritmo, el desorden sintáctico, la falta de puntuación, apoyan disquisiciones filosóficas, lucha de opuestos, valoración de la vida, análisis de la existencia. El poeta, sin salir de una visión individual, íntima, proyecta su destino individual al común de la humanidad.
Como hemos visto, aunque la obra de Vicente Huidobro mantiene una línea temática y formal unitaria, en su última etapa se anunciaba un nuevo rumbo poético que su muerte prematura no permitió desarrollar por completo. Vicente Huidobro, poeta inquieto y hombre profundamente vital, establece en su poesía final una íntima comunicación entre varios agentes: sus principios poéticos, sus búsquedas espirituales y su conexión con lo esencial-universal humano. En consecuencia, en Últimos Poemas descubrimos al Vicente Huidobro del intimismo y la precisión, que se sumerge en los grandes temas que abaten al hombre: el tiempo, el dolor, la muerte. La naturaleza redescubierta es ahora más real y cotidiana, no sólo el espacio aéreo, cósmico de Altazor. Sin duda, Últimos Poemas representa la cumbre de uno de los más grandes poetas del siglo XX.
Notas
1 Bajarlia, Juan-Jacobo, 1963, “La leyenda negra contra Huidobro”. Prólogo a Obras Completas de Vicente Huidobro, Zig-Zag Santiago de Chile. En De costa, R., 1975, Vicente Huidobro y el Creacionismo, Taurus, Madrid, pp. 167-208.
2 De Costa, 1975, Vicente Huidobro y el creacionismo. Taurus, Madrid, ,p. 96. Entrevista a Vicente Huidobro en “Hoy” de Santiago de Chile, X, 512, 11 de septiembre de 1941.
3 Declaraciones de Vicente Huidobro a Georgina Durand, 1941. En “Poesía”, números 30-31-32, Ministerio de Cultura, Madrid, 1989, pág. 383.
4 Huidobro, V, 1989, Altazor. Temblor de cielo. Madrid, Cátedra, p.62.
5 Vattier, C., 1941, “Con Vicente Huidobro”. Entrevista aparecida en Hoy, Santiago de Chile, X, 512, 11 de septiembre de 1941. En De Costa, 1975, Vicente Huidobro y el creacionismo. Taurus, Madrid, ,p. 99.
6 Linh, E., 1970, “El lugar de Huidobro”. En De Costa, 1975, Vicente Huidobro y el creacionismo. Taurus, Madrid, ,p. 365.  

Poemas
EL PASO DEL RETORNO

A Raquel que me dijo
un día cuando tú te
alejas un solo instante,
el tiempo y yo lloramos

Yo soy ese que salió hace un año de su tierra
Buscando lejanías de vida y muerte
Su propio corazón y el corazón del mundo
Cuando el viento silbaba entrañas
En un crepúsculo gigante y sin recuerdos

Guiado por mi estrella
Con el pecho vacío
Y los ojos clavados en la altura
Salí hacia mi destino

Oh mis buenos amigos
¿Me habéis reconocido?
He vivido una vida que no puede vivirse
Pero tú Poesía no me has abandonado un solo instante

Oh mis amigos aquí estoy
Vosotros sabéis acaso lo que yo era
Pero nadie sabe lo que soy
El viento me hizo viento
La sombra me hizo sombra
El horizonte me hizo horizonte preparado a todo

La tarde me hizo tarde
Y el alba me hizo alba para cantar de nuevo

Oh poeta esos tremendos ojos
Ese andar de alma de acero y de bondad de mármol
Este es aquel que llegó al final del último camino
Y que vuelve quizás con otro paso
Hago al andar el ruido de la muerte
Y si mis ojos os dicen
Cuánta vida he vivido y cuánta muerte he muerto
Ellos podrían también deciros
Cuánta vida he muerto y cuánta muerte he vivido

¡Oh mis fantasmas! ¡Oh mis queridos espectros!
La noche ha dejado noche en mis cabellos
¿En dónde estuve? ¿Por dónde he andado?
¿Pero era ausencia aquélla o era mayor presencia?

Cuando las piedras oyen mi paso
Sienten una ternura que les ensancha el alma
Se hacen señas furtivas y hablan bajo:
Allí se acerca el buen amigo
El hombre de las distancias
Que viene fatigado de tanta muerte al hombro
De tanta vida en el pecho
Y busca donde pasar la noche

Heme aquí ante vuestros limpios ojos
Heme aquí vestido de lejanías
Atrás quedaron los negros nubarrones
Los años de tinieblas en el antro olvidado
Traigo un alma lavada por el fuego
Vosotros me llamáis sin saber a quién llamáis
Traigo un cristal sin sombra un corazón que no decae
La imagen de la nada y un rostro que sonríe
Traigo un amor muy parecido al universo
La Poesía me despejó el camino
Ya no hay banalidades en mi vida
¿Quién guió mis pasos de modo tan certero?

Mis ojos dicen a aquellos que cayeron
Disparad contra mí vuestros dardos
Vengad en mí vuestras angustias
Vengad en mí vuestros fracasos
Yo soy invulnerable
He tomado mi sitio en el cielo como el silencio

Los siglos de la tierra me caen en los brazos
Yo soy amigos el viajero sin fin
Las alas de la enorme aventura
Batían entre inviernos y veranos
Mirad cómo suben estrellas en mi alma
Desde que he expulsado las serpientes del tiempo oscurecido

¿Cómo podremos entendernos?
Heme aquí de regreso de donde no se vuelve
Compasión de las olas y piedad de los astros
¡Cuánto tiempo perdido! Este es el hombre de las lejanías
El que daba vuelta las páginas de los muertos
Sin tiempo sin espacio sin corazón sin sangre
El que andaba de un lado para otro
Desesperado y solo en las tinieblas
Solo en el vacío
Como un perro que ladra hacia el fondo de un abismo

¡Oh vosotros! ¡Oh mis buenos amigos!
Los que habéis tocado mis manos
¿Qué habéis tocado?
Y vosotros que habéis escuchado mi voz
¿Qué habéis escuchado?
Y los que habéis contemplado mis ojos
¿Qué habéis contemplado?

Lo he perdido todo y todo lo he ganado
Y ni siquiera pido
La parte de la vida que me corresponde
Ni montañas de fuego ni mares cultivados
Es tanto más lo que he ganado que lo que he perdido
Así es el viaje al fin del mundo
Y ésta es la corona de sangre de la gran experiencia
La corona regalo de mi estrella
¿En dónde estuve en dónde estoy?

Los árboles lloran un pájaro canta inconsolable
Decid ¿quién es el muerto?
El viento me solloza
¡Qué inquietudes me has dado!
Algunas flores exclaman
¿Estás vivo aún?
¿Quién es el muerto entonces?
Las aguas gimen tristemente
¿Quién ha muerto en estas tierras?
Ahora sé lo que soy y lo que era
Conozco la distancia que va del hombre a la verdad
Conozco la palabra que aman los muertos
Este es el que ha llorado el mundo el que ha llorado resplandores

Las lágrimas se hinchan se dilatan
Y empiezan a girar sobre su eje.
Heme aquí ante vosotros
Cómo podremos entendernos Cómo saber lo que decimos
Hay tantos muertos que me llaman
Allí donde la tierra pierde su ruido
Allí donde me esperan mis queridos fantasmas
Mis queridos espectros
Miradme os amo tanto pero soy extranjero
¿Quién salió de su tierra
Sin saber el hondor de su aventura?
Al desplegar las alas
Él mismo no sabía qué vuelo era su vuelo

Vuestro tiempo y vuestro espacio
No son mi espacio ni mí tiempo
¿Quién es el extranjero? ¿Reconocéis su andar?
Es el que vuelve con un sabor de eternidad en la garganta
Con un olor de olvido en los cabellos
Con un sonar de venas misteriosas
Es este que está llorando el universo
Que sobrepasó la muerte y el rumor de la selva secreta
Soy impalpable ahora como ciertas semillas
Que el viento mismo que las lleva no las siente
Oh Poesía nuestro reino empieza

Este es aquel que durmió muchas veces
Allí donde hay que estar alerta
Donde las rocas prohíben la palabra
Allí donde se confunde la muerte con el canto del mar
Ahora vengo a saber que fui a buscar las llaves
He aquí las llaves
¿Quién las había perdido?
¿Cuánto tiempo ha que se perdieron?
Nadie encontró las llaves perdidas en el tiempo y en las brumas
¡Cuántos siglos perdidas!

Al fondo de las tumbas
Al fondo de los mares
Al fondo del murmullo de los vientos
Al fondo del silencio
He aquí los signos
¡Cuánto tiempo olvidados!
Pero entonces amigo ¿qué vas a decirnos?
¿Quién ha de comprenderte? ¿De dónde vienes?
¿En dónde estabas? ¿En qué alturas en qué profundidades?
Andaba por la Historia del brazo con la muerte

Oh hermano, nada voy a decirte
Cuando hayas tocado lo que nadie puede tocar
Más que el árbol te gustará callar.



















MONUMENTO AL MAR

Paz sobre la constelación cantante de las aguas
Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí.

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo
Porque un día nadie se paseará por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

Este es el mar
El mar con sus olas propias
Con sus propios sentidos
El mar tratando de romper sus cadenas
Queriendo imitar la eternidad
Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena
O el jardín de los astros que pesan en el cielo
Sobre las tinieblas que arrastramos
O que acaso nos arrastran
Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna
Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte

El mar entra en la carroza de la noche
Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos
Se oye apenas el ruido de las ruedas
Y el ala de los astros que penan en el cielo
Este es el mar
Saludando allá lejos la eternidad
Saludando a los astros olvidados
Y a las estrellas conocidas.

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño
El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas manos temblorosas
El mar empujando las olas
Sus olas que barajan los destinos

Levántate y saluda el amor de los hombres

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto
Escucha los pasos de millones de esclavos
Escucha la protesta interminable
De esa angustia que se llama hombre
Escucha el dolor milenario de los pechos de carne
Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.

También nosotros te escuchamos
Rumiando tantos astros atrapados en tus redes
Rumiando eternamente los siglos naufragados
También nosotros te escuchamos

Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor
Cuando tus gladiadores se baten entre sí

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos
O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta
O bien cuando maldices a los hombres
O te haces el dormido
Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.

Lloras sin saber por qué lloras
Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos
Sufres sufres como sufren los hombres
Que oiga rechinar tus dientes en la noche
Y te revuelques en tu lecho
Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos
Que los niños apedreen tus ventanas
Que te arranquen el pelo
Tose tose revienta en sangre tus pulmones
Que tus resortes enmohezcan
Y te veas pisoteado como césped de tumba

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas
Tengo miedo de tus venganzas
Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche
Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar
Olvida los presagios funestos
Olvida la explosión de mis praderas
Yo te tiendo las manos como flores
Hagamos las paces te digo
Tú eres el más poderoso
Que yo estreche tus manos en las mías
Y sea la paz entre nosotros

Junto a mi corazón te siento
Cuando oigo el gemir de tus violines
Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño
Cuando estás pensativo frente al cielo
Cuando estás dolorido en tus almohadas
Cuando te siento llorar detrás de mi ventana
Cuando lloramos sin razón como tú lloras

He aquí el mar
El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades
Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres
Esas barcas que pescan a la orilla del cielo
Esos peces que escuchan cada rayo de luz
Esas algas con sueños seculares
Y esa ola que canta mejor que las otras

He aquí el mar
El mar que se estira y se aferra a sus orillas
El mar que envuelve las estrellas en sus olas
El mar con su piel martirizada
Y los sobresaltos de sus venas
Con sus días de paz y sus noches de histeria

Y al otro lado qué hay al otro lado
Qué escondes mar al otro lado
El comienzo de la vida largo como una serpiente
O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo
Y más alta que todos los montes
Qué hay al otro lado
La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo
O el torbellino eterno de pétalos tronchados

He ahí el mar
El mar abierto de par en par
He ahí el mar quebrado de repente
Para que el ojo vea el comienzo del mundo
He ahí el mar
De una ola a la otra hay el tiempo de la vida
De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte

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