terça-feira, 11 de maio de 2010

EL DESARROLLO DE LAS DESTREZAS ESCRITAS



LOS CIUDADANOS NO PUEDEN EXPRESAR SUS SENTIMIENTOS
Una huelga de poetas deja a los españoles sin metáforas

http://www.elmundotoday.com/2010/05/una-huelga-de-poetas-deja-a-los-espanoles-sin-metaforas/
Una huelga de poetas deja a los españoles sin metáforas
Publicado el 6 de Mayo de 2010 por Kike García
España se ve afectada hoy por la segunda jornada de huelga convocada por el sindicato internacional de poetas PAA (Poetas que Aúllan al Amanecer) y que ha secundado la mayoría de los rapsodas del país. Los principales afectados en Europa son precisamente los ciudadanos españoles que, sin poder acudir a fuentes fiables para construir metáforas, comparaciones y otras figuras retóricas, han visto muy mermada su capacidad para expresar sentimientos.
España se ve afectada hoy por la segunda jornada de huelga convocada por el sindicato internacional de poetas PAA (Poetas que Aúllan al Amanecer) y que ha secundado la mayoría de los rapsodas del país. Pese al caos que ha generado el paro, las movilizaciones de protesta se están desarrollando sin incidencias. Únicamente dos poetas han sido detenidos a primera hora de la mañana por escribir unos versos de Machado en los cristales de una entidad bancaria.

Los principales afectados en Europa son precisamente los ciudadanos españoles que, sin poder acudir a fuentes fiables para construir metáforas, comparaciones y otras figuras retóricas, han visto muy mermada su capacidad para expresar sentimientos. “No sé, lo de esta huelga me deja más cabreado que… que… Vaya, que es una mierda esta situación”, se quejaba un ciudadano que no encontraba palabras para expresarse. Muchos jóvenes han optado por emplear emoticonos y hacer ruidos con las axilas para mostrar su desacuerdo con la huelga.

“Esto no es como una huelga de pilotos de avión, el trabajo de los poetas realmente afecta a nuestro día a día” se lamentaba ayer Daniel Lapeña, contable de Salamanca. “Los españoles recurrimos a la poesía mucho más de lo que podemos llegar a creer. No pasa nada si nos dejan sin sinécdoques o polisíndetons, pero como es un paro general nos han dejado hasta sin juegos de palabras. No hay derecho, jopé”.

Se calcula que, en sólo dos días, más de trece mil parejas se han visto obligadas a poner fin a su relación dado que es inviable cualquier acto de comunicación que intente ir más allá de las emociones primarias. “Espero que la huelga de poetas termine ya porque ayer mi novio me dejó notas románticas por toda la casa que simplemente decían ‘quiero follar’. Normalmente es mucho más romántico y me dice cosas preciosísimas y con mucho sentimiento, pero claro, sin poetas esto es… es un truño de mierda”, se quejaba una chica de 23 años en un foro de Internet.

Las redes sociales están siendo un fiel reflejo de las movilizaciones. Una usuaria de 16 años se quejaba ayer en su blog personal: “Facebook está muy aburrido porque nadie sabe qué poner en sus estados. Yo hace dos días escribí ‘Hay días con espinas y en los que puede doler vivir, pero recuerda que cada día el mundo amanece en ti’. ¿Qué puedo poner hoy? No sé si limitarme a escribir ‘Hola’ o explicar que últimamente escupo con mucho moco”.

Los políticos, también sin saber qué decir exactamente, han evitado hacer declaraciones sobre la huelga. Mariano Rajoy, muy dado a la metáfora y a las comparaciones, ha culpado al Gobierno de la situación, pero no se ha extendido: “No sabría cómo decirlo pero digo que alguien podría haber hecho algo antes y que está todo fatal. Muy mal”. Y ha culminado con un escueto “Zapatero vete ya porque haces pupa”, incapaz de usar un lenguaje más elaborado.

Las reivindicaciones de los huelguistas no están nada claras, pues los manifiestos y octavillas que reparten están escritos en un lenguaje demasiado elevado que requiere una lectura atenta. Un grupo de escolares está intentando desencriptar su mensaje mediante un comentario de texto.


Collejeros ''Enganchados al libro'' (José Mota) - 2010: Con el vértigo en los talones


La disciplina de la imaginación

Por Antonio Muñoz Molina
(Conferencia pronunciada el 22/09/1998)
http://www.eltercertiempo.com.ar/articulos/articulos-012.htm

ROSA MONTERO MANERAS DE VIVIR
Cómo convertir el ‘Quijote’ en un ladrillo
ROSA MONTERO 02/05/2010

Cada vez que llegamos al 23 de abril, Día del Libro, se nos llena la boca de proclamas de encendido amor a la lectura. Este año también ha sido así, naturalmente, y la fiesta ha mostrado su habitual catálogo de libreros quejosos, editores dolientes, escritores ansiosos de lectores. Somos un gremio algo llorica, el gremio de las letras, y todo el tiempo repetimos obsesivamente la misma canción: tenemos que fomentar el gusto por los libros, debemos inculcar el amor a la literatura en las nuevas generaciones, hay que hacer más lectores. Objetivos que comparto, desde luego, y que me parecen de perlas. El problema es que no sé cómo se compaginan todos esos propósitos tan buenos con los planes de estudio vigentes, que parecen diseñados maquiavélicamente para crear aborrecimiento hacia la lectura.
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“La obligatoriedad de estas lecturas sólo convierte estas joyas en un muermo espantable”
Para empezar por el principio: siempre me ha parecido una barbaridad obligar a los adolescentes a leer el Quijote. Y no sólo eso: la enseñanza de la literatura en la educación secundaria española es un completo disparate. Por ejemplo, en 3º de la ESO (catorce años) tienen que estudiar el periodo comprendido entre la Edad Media y el siglo XVIII. Chavales que no han leído jamás una novela por propio placer y que no han descubierto todavía que entre las páginas de un libro cabe el Universo, tienen que tragarse por narices el Mio Cid, que no sé si ustedes lo recuerdan o lo han leído, pero que desde luego es considerablemente espeso. “Con el agravante de que los programas de Historia y de Literatura no están coordinados, de manera que se les habla de épocas que ni siquiera han estudiado antes, lo que genera situaciones entre absurdas y grotescas”, dice Fernando López, un joven dramaturgo y narrador (a finales de año saldrá su segunda novela, La edad de la ira) que además lleva cuatro años dando clases de literatura en un instituto.
Hace unos días mantuve con Fernando una larga, instructiva y llorosa conversación: ya he dicho que las gentes de letras somos un poco plañideros. Pero es que la situación es como para soltar lágrimas gordas. Porque además entre estos chicos y chicas que tienen que leer literatura medieval a los catorce años hay numerosos emigrantes con grandes dificultades para hablar en español correctamente. Me imagino que para ellos sumergirse en el Cid debe de ser como aterrizar en Marte. Claro que a los españoles veteranos no les va mucho mejor, porque tampoco entienden una palabra del lenguaje y porque les importa un pimiento ese mundo tan raro y tan ajeno. Por otro lado, los planes de estudio están tan apretados y tan concentrados en cosas como la morfología y la sintaxis que los profesores que quieren dar otros contenidos y recomendar además otras lecturas no tienen casi espacio para moverse. Y encima se ven obligados a luchar contra la burricie de las familias: “Aunque sólo llevo cuatro años dando clase, ya ha venido algún padre indignado a preguntarme por qué su hijo pierde el tiempo leyendo cuando debería estar estudiando”, dice Fernando.
Luego entramos en el Bachillerato y la cosa sigue empeorando. Porque ahí, a los 17 y 18 años, es cuando se tienen que meter entre pecho y espalda el Quijote y La Celestina, dos textos verdaderamente maravillosos pero dificilísimos de digerir a esa edad. Los clásicos son una estación de llegada, no de partida. Hace falta haber leído y haber vivido bastante para poder gozarlos. La obligatoriedad de estas lecturas sólo convierte esas joyas en un muermo espantable, en un plúmbeo recuerdo que será una losa para toda la vida. Para peor, además, existe el general y apabullante consenso de que esos textos son lo mejor de la literatura española. De manera que a los chavales les dicen que se van a leer lo mejor de nuestra literatura y luego les obligan a meterse en vena esos ladrillos. Con lo cual, como señala Fernando agudamente, no es de extrañar que el pequeño porcentaje de muchachos que, a pesar de este tratamiento de shock, desarrollan un amor por la lectura, huyan todos en tropel despavoridos a leer a los autores extranjeros, y que den por sentado que los españoles somos unos pestiños y escribimos de cosas que no guardan relación alguna con sus vidas. En fin, me pregunto quiénes son los responsables de estos planes de estudio demenciales. Y me respondo: gente que no lee y que no ama los libros. De otro modo no se entiende semejante empecinamiento en la catástrofe.
http://www.elpais.com/articulo/portada/convertir/Quijote/ladrillo/elpepusoceps/20100502elpepspor_17/Tes
http://www.slideshare.net/begabi/la-cenicienta-que-no-quera-comer-perdices-presentation


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