segunda-feira, 12 de abril de 2010

Mujeres y escritura. Silencio y olvido. ¿Desprecio o miedo?


Eva Paris
12 de marzo de 2007


Refrescando mi información sobre Rosalía de Castro, me topé con una interesante conferencia titulada “Sexismo en el lenguaje: apuntes básicos”, de la profesora de Lengua castellana y Literatura Teresa Meana Suárez, que da cuenta, entre otras cuestiones, de las dificultades que las mujeres escritoras encuentran en su labor creadora. En ella encontramos algunas reflexiones de conocidas escritoras y algunas de las penalidades por las que pasaron, entre otras, Virginia Woolf, Jane Austen, Charlotte Brönte, María Moliner, la propia Rosalía…

http://escritoras.com/escritoras


La conferencia termina con un dato del año 2000 que, por lo que he podido comprobar en las actuales listas editoriales, no anda hoy día con demasiada diferencia: en España los libros publicados que están escritos por mujeres rondan el diez por ciento. Y aunque probablemente algunos de los ejemplos que leemos a continuación ya están en parte superados, al menos en algunas casas de algunos países del denominado primer mundo, el dato da para pensar… y queda mucho camino por recorrer.

http://www.youtube.com/watch?v=Apu0457UVL4


Históricamente el escribir ha sido visto en demasiadas ocasiones como una práctica inútil para las mujeres y como la usurpación de un derecho que no les pertenece. Yadira Calvo, filóloga y ensayista costarricense, en A la mujer por la palabra, cuenta la historia de Charlotte Brönte poniendo a un lado el manuscrito de Jane Eyre para pelar papas. La de Jane Austen escondiendo los papeles cada vez que entraba alguien por la vergüenza de que la vieran escribir.
La de Fanny Burney quemando todos sus originales y poniéndose a hacer labor de punto como penitencia por escribir. La de Katherine Anne Porter declarando haber tardado veinte años en escribir una novela porque era interrumpida por cualquiera que apareciera en su camino. Porter calculaba que sólo había podido emplear un diez por ciento de sus energías en escribir. “El otro noventa por ciento lo he usado para poder mantener mi cabeza fuera del agua”, decía.

Otro hecho gravísimo que como vimos ya denunciaba en 1866 Rosalía de Castro: la atribución de las obras de las mujeres a sus maridos. Es célebre el caso de María Lejarraga, autora de las obras firmadas por Gregorio Martínez Sierra, su marido. O el hecho de que a Zelda Fitzgerald fuera su marido quien le prohibió publicar su Diario porque él lo necesitaba para su propio trabajo…

Podéis encontrar algunas historias más en el apartado “Mujeres escritoras: heroínas memorables y ocultadas” de la conferencia de Teresa Meana Suárez. Aunque existen tantas otras historias desconocidas que definitivamente han quedado en la sombra…

Vía Mujeres en red

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